Lumen Mariae

Inicio » conclave

Archivo de la categoría: conclave

La escalada al poder: todos bajo el cisma

granengaño

Del libro de Austin Ivereigh, titulado “El Gran Reformador: Francisco y la creación de un Papa radical”, muchos han concluido que unos Prelados Católicos han formado un “equipo”, o usando la terminología de la Universi Dominici, «un pacto, un acuerdo, una promesa u otro compromiso», en el cual se «obligan a dar o negar su voto a una persona».

Si el “team Bergoglio” existió, podría argumentarse que ellos simplemente son personas con ideas afines, que cambian puntos de vista, sin un «pacto, acuerdo, promesa».

Pero hay un testimonio –el del Cardenal McCarrick- que evidencia que había una campaña, un cabildeo, que estaba organizado, y que él estuvo de acuerdo en unirse a él.

El Cardenal McCarrick no era un Cardenal elector en el último Cónclave, sino que era un Cardenal que asistía a las Congregaciones generales, como está permitido por las leyes establecidas.

Un hombre influyente, no religioso, le presionó y le seleccionó para que hiciera propaganda de Bergoglio. Es claro su pensamiento, tal como él lo cuenta:

«…sólo antes de entrar en las conversaciones generales … un muy interesante e influyente caballero italiano me preguntó si podía verme, así que le dije que sí. Él vino a verme al seminario, en el Colegio Americano donde me alojaba. Nos sentamos; se trata de un hombre muy brillante, hombre muy influyente en Roma….;… hablamos de varias cosas; él tenía un pedido que preguntarme del pasado… en los Estados Unidos…; pero, luego dijo: «¿qué pasa con Bergoglio?». Y me sorprendió la pregunta; le dije: «¿qué pasa con él?». Él dijo: «¿Tiene él una oportunidad?». Yo dije: «Yo no lo creo porque… nadie ha mencionado su nombre, él no ha estado en la mente de nadie… no creo que nadie vote por él». Él dijo: «Él podría hacerlo, ya sabes». Le dije: «¿Qué podría hacer?». Él dijo: «Él podría reformar la Iglesia. Si usted le diera 5 años, él podría ponernos de nuevo en el objetivo. Él tiene 76 años, si él tuviera 5 años, el Señor, obrando a través de Bergoglio, en 5 años podría hacer que la Iglesia surgiera de nuevo». Yo dije: «Eso es interesante». Él dijo: «Yo sé que eres su amigo». Le dije: «Así lo creo». Él dijo: «Habla con él». Dije: «Bueno, vamos a ver qué pasa… ésta es la obra de Dios«.…Mi amigo me dijo: ”Vota por Bergoglio”. Yo no lo sé».

Un «hombre italiano muy influyente», que conocía que el Cardenal McCarrick era amigo del cardenal Bergoglio. Este «hombre italiano muy influyente» se encontró con el Cardenal McCarrick con anterioridad a las Congregaciones Generales, en la cual se dan los discursos antes de que comience la votación del cónclave. Este «muy influyente hombre italiano» dijo al Cardenal McCarrick que “hablara” con el Cardenal Bergoglio. Más tarde, el Cardenal McCarrick describe este mismo hecho como un «push Bergoglio»: Puja por Bergoglio; haz campaña; vota por Bergoglio.

Así que, una persona externa, el «hombre italiano muy influyente», interfiere con la elección del Sumo Pontífice, sugiriendo al Cardenal McCarrick que «hablara» y que «votara» por el Cardenal Bergoglio. Todo esto es una violación de la Universi Dominici Gregis, en el artículo 81:

«Los Cardenales electores se abstendrán, además, de toda forma de pactos, acuerdos, promesas u otros compromisos de cualquier género, que los puedan obligar a dar o negar el voto a uno o a algunos. Si esto sucediera en realidad, incluso bajo juramento, decreto que tal compromiso sea nulo e inválido y que nadie esté obligado a observarlo; y desde ahora impongo la excomunión latae sententiae a los transgresores de esta prohibición. Sin embargo, no pretendo prohibir que durante la Sede vacante pueda haber intercambios de ideas sobre la elección».

Como el Cardenal MCcarrick no era elector, entonces sólo viola esta norma de manera indirecta. Una violación de un Cardenal elector es castigada con una excomunión latae sententiae. Pero aquellos que hacen un pacto, un acuerdo, un lobby, que tengan «la misma intención delictiva», que «concurran en la comisión de un delictivo», pero «que no son mencionados expresamente en la ley», como es el caso de un cardenal no elector,- como el cardenal Mccarry-, «quedan sometidos a las mismas penas, o a otras de la misma o menor gravedad» (Canon 1329 § 1 ).

El Cardenal McCarrick, muy sutilmente, admite haber aceptado las palabras de ese «hombre italiano muy influyente», y así lo predica ante los demás Cardenales:

«Entonces… tuvimos las Congregaciones Generales… hablé, durante 5 minutos y 15 segundos, como el hombre que… como el cardenal dijo… Yo dije 3 cosas. Dije, número 1… alejarse de los pobres, y en cierta medida temo que en algunas zonas del mundo, estábamos lejos de los pobres. Y eso es muy peligroso. Yo dije, espero que el nuevo, que el que sea elegido Papa, será alguien que, si él mismo no es un latinoamericano, al menos tendría que tener un interés muy fuerte en América Latina, porque la mitad de la Iglesia está allí. Así que realmente ustedes tienen que empezar a pensar dónde está la gente. Me olvidé de la tercera cosa que dije, probablemente no era nada bueno, de todos modos».

Claramente, el cardenal sigue la sugerencia del «hombre influyente»: «yo espero que el nuevo, el que va a ser elegido papa, será alguien que, si él mismo no es un latinoamericano, al menos tenga un interés muy fuerte en Latino América». ¿Por qué nombrar a un latinoamericano si un Papa tiene que ser para toda la Iglesia, no de un país concreto?

El pensamiento del cardenal estaba fuera de Bergoglio: «Yo no lo creo porque… nadie ha mencionado su nombre, él no ha estado en la mente de nadie… no creo que nadie vote por él». Él no tenía en la mente la candidatura de Bergoglio. No lo veía como Papa. ¿Por qué cambia de parecer? Por la influencia de ese hombre italiano, un hombre con autoridad civil, un político, un hombre de gran influencia, que había sido requerido por los Cardenales para hacer lobby antes de las congregaciones generales. Para captar adeptos, que hablaran a favor de Bergoglio. Y así los Cardenales electores votaran por Bergoglio.

La política metida en un Cónclave. No sólo es el equipo Bergoglio. No sólo son unos Cardenales que quieren un Papa determinado. Es todo lo que hay montado y que no se ve, no se percibe con claridad.

Además, ¿cómo consiguió Ivereigh los datos para su libro? Estando con los diferentes personajes, juntando las anécdotas de todo lo que aconteció aquellos días:

«Mientras entrevistaba a mi antiguo jefe, Cardenal Cormac Murphy-O´Connor, para el libro, me he basado en una serie de notas distintas, algunas de las cuales fueron off the record (sin grabación), así como algunas anécdotas de diferentes lugares, lo cual es una práctica habitual para las reconstrucciones periodísticas de las elecciones papales. Las citas que uso del Cardenal Murphy-O´Connor son una que él ha dado en diferentes entrevistas. Cometí dos errores en la redacción de mis notas. Uno de ellos fue dar la impresión de que el grupo de los cardenales, que solicitaban la elección de Bergoglio, consiguió el acuerdo antes del cónclave, lo cual ellos no hicieron; quise significar que ellos creyeron que esta vez él no lo había de rehusar. Inmediatamente después de esta frase escribí: ”Me preguntó si él quería. Él dijo que él creía que, en este tiempo de crisis para la Iglesia ningún Cardenal podría rehusar si se lo preguntaran”. De hecho, ese cambio no tuvo lugar antes del cónclave, sino durante».

Ivereigh dice explícitamente que había un esfuerzo para solicitar el voto. Y esto va en contra de la norma 81, de la Universi Dominici Gregi.

Además, dice que «él no lo había de rehusar», refiriéndose a Bergoglio, que fue ya promovido por ese equipo en el Cónclave del 2005. Y se preguntaba «si él quería». Y la respuesta era clara: el tiempo de crisis es algo fabricado por la masonería, por ese equipo, por ese lobby, para elevar al Pontificado a un falso Papa: poner su hombre. Para levantar su iglesia.

denial2

«Al cardenal Murphy-O’Connor le gustaría disipar cualquier malentendido surgido del libro sobre Francisco de Austen Ivereigh (informe del 23 de Noviembre). Le gustaría dejar claro que no se hizo, en los días anteriores al cónclave, ningún acercamiento al entonces cardenal Bergoglio, por parte suya o, hasta donde él sabe, por ningún otro cardenal para buscar su asentimiento para convertirse en un candidato para el papado.

Lo que ocurrió durante el Cónclave, que no incluyó al cardenal Murphy O’Connor porque tenía más de 80 años, está ligado por el secreto» (Maggie Doherty – Secretaria de Prensa del Cardenal Cormac – Murphy-O’Connor).

La nota de la secretaría de prensa del Cardenal Murphy-O’Connor es una negación de los hechos y una clara violación del secreto.

Dice el Papa Juan Pablo II, en la Universi Dominici Gregis, n. 59:

«En particular, está prohibido a los Cardenales electores revelar a cualquier otra persona noticia que, directa o indirectamente se refieran a las votaciones, como también lo que se ha tratado o decidido sobre la elección del Pontífice en las reuniones de los Cardenales, tanto antes como durante el tiempo de la elección. Tal obligación del secreto concierne también a los Cardenales no electores participantes en las Congregaciones generales, según la norma del n.7 de la presente Constitución».

Después de la elección de un nuevo Papa, continúa el secreto, el cual pesa sobre los Cardenales electores y sobre los no electores:

El Cardenal Murphy-O´Connor era un Cardenal no electo. Por tanto, está obligado a guardar silencio sobre lo que sucedió antes de la elección de Bergoglio. Durante la elección no pudo estar.

Luego, su negación: «no se hizo, en los días anteriores al cónclave, ningún acercamiento al entonces cardenal Bergoglio»; es una clara violación del secreto. En la nota no se puede ni afirmar ni negar nada. Sólo hay que decir: por la norma 58 de la Universi Dominici Gregis estoy obligado al secreto bajo pena de excomunión:

«Quienes, de algún modo, según lo previsto en el n. 46 de la presente Constitución, prestan su servicio en lo referente a la elección, y que directa o indirectamente pudieran violar el secreto ―ya se trate de palabras, escritos, señales, o cualquier otro medio― deben evitarlo absolutamente, porque de otro modo incurrirían en la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica».

La nota de prensa no puede indicar una negación de los hechos. Como la indica, se está diciendo que existieron esos hechos.

Esta nota pone en duda la validez de la elección al ser una nota de negación: se rompe el secreto impuesto al Cardenal no elector O´Connor. Se cae en excomunión.

Sólo los Cardenales electores pueden hablar de lo que ocurrió, en la elección, por «una especial y explícita facultad» (n. 60) que da el sumo Pontífice para este caso. Ni O´Connor es Cardenal electo ni Bergoglio ha dado esa facultad.

El Papa Juan Pablo II enseña en el número 82:

«Igualmente, prohíbo a los Cardenales hacer capitulaciones antes de la elección, o sea, tomar compromisos de común acuerdo, obligándose a llevarlos a cabo en el caso de que uno de ellos sea elevado al Pontificado. Estas promesas, aun cuando fueran hechas bajo juramento, las declaro también nulas e inválidas».

No se pueden tomar compromisos de común acuerdo antes de la elección para que, después, se llevan a efecto. Estas capitulaciones son nulas.

¿Qué es lo que hizo Bergoglio? Él mismo lo cuenta:

«Sobre el programa, en cambio, sigo el que los cardenales pidieron durante las congregaciones generales antes del cónclave. Voy en esa dirección. El Consejo de los ocho cardenales, un organismo externo, nace de ahí. Había sido pedido para que ayudase a reformar la curia… Mis decisiones son el fruto de las reuniones pre‐cónclave. No he hecho nada yo solo… Han sido decisiones de los cardenales. No sé si es una postura democrática, yo diría más bien sinodal, aunque la palabra para los cardenales no es apropiada». Entrevista-al-Papa-Francisco.-29.06.2014

Claramente, es inválida la elección de Bergoglio por muchos caminos.

Por supuesto, el Vaticano lo niega todo:

«Puedo declarar que los cuatro cardenales citados niegan explícitamente esta descripción de los hechos, tanto lo que afecta a la petición de un consenso previo sobre el cardenal Bergoglio como lo relacionado con una campaña para su elección». Lombardi añadió que los cardenales «desean que se sepa que están sorprendidos y contrariados por lo publicado». (ver)

Es una negación que no niega nada: se niega esa descripción, pero no pueden negar la verdad de los hechos, que se puede contar de muchas maneras, pero sin revelar los hombres que, en verdad, están detrás de todo esto.

Es una negación que también rompe el secreto que deben guardar esos Cardenales.

Y, además, son unos cínicos: «están sorprendidos y contrariados». Mayor hipocresía no puede haber en Roma.

Pero esto, ya no lo quita nadie.

Han puesto a su hombre: un hombre lleno de verborrea humana. Sólo habla para agradar a los hombres, pero no a Cristo en la Iglesia.

Ha sido puesto ahí para desmantelar toda la Iglesia. Y lo está haciendo, en la oscuridad. Entretiene a todo el mundo con su palabra engañosa y, después, su equipo, sus cardenales, sus obispos, sacerdotes, hacen el trabajo sucio, sin que nadie se dé cuenta.

Como no tienen leyes en la mano, tienen que usar su poder sacerdotal en contra de toda verdad. Y eso es el cisma declarado, con obras, -no con leyes, con una doctrina que se exija- con sus obras de pecado es como llevan a toda la Iglesia hacia la gran maldad.

No se puede estar con Bergoglio como Papa. Es una gran blasfemia. Es cometer el pecado contra el Espíritu Santo. Y son muchos los que ya lo han cometido y los que lo van a cometer.

Inicia el tiempo de la maldición en la Iglesia

«En el período de tiempo que falta hasta entonces cambiarán dos Papas» (umbe – 23 de mayo de 1971).

umbe

Dos Papas antes del castigo, decía la Virgen en Umbe. Sólo faltaban dos Papas: Juan Pablo I y Juan Pablo II.

Pedro es Cabeza de la Iglesia por Voluntad de Dios. Y sin esa Voluntad Divina, Pedro es nada en la Iglesia.

No se es Papa por una ley eclesiástica y no se deja de ser Papa por una ley eclesiástica, porque la Iglesia se fundamenta sólo en la Ley Divina.

Las leyes de los hombres, las leyes de la Iglesia, siempre están por debajo de la Ley Divina y no deciden nada en la Iglesia.

Toda la ley eclesiástica que no se somete a la Ley Divina no hay que obedecerla en la Iglesia, porque Dios no guía su Iglesia a través de leyes humanas ni eclesiásticas. Dios guía a Su Iglesia con Su Espíritu, con la Ley de Su Espíritu, que nadie puede medir ni limitar.

Por eso, en la Iglesia se ha hecho tanto mal por querer imponer leyes eclesiásticas que estaban por encima de Dios.

A los hombres les encanta escribir libros enteros de leyes, pero, después, no saben obrar la ley divina en sus corazones.

A los hombres les gusta guiar a las almas a través de sus leyes, pero no saben guiar a las almas a través de la Ley del Espíritu.

Y muchos, ahora en esta situación de la Iglesia, se aferran sólo a la ley eclesiástica que permite renunciar a un Papa. Y no tienen ojos para más.

Y nadie deja de ser Papa porque lo diga una ley en la Iglesia. Nadie.

Y nadie elige otro Papa porque lo diga una ley en la Iglesia.

Y nadie tiene una vocación divina porque lo diga una ley en la Iglesia.

Los hombres son testarudos en su mentes humanas y si no tienen a mano una ley que les diga que eso se puede hacer o no se puede hacer, se quedan en su estúpida soberbia humana.

Nadie vive el Espíritu en la Iglesia. Nadie. Todos hacen la Iglesia según sus libros de leyes. Y no hay forma de sacarlos de ese gran error.

Y, por eso, muchos confunden la Fe en la Palabra con la fe en sus leyes humanas. Se cree antes en el pensamiento del hombre que en el Pensamiento Divino.

Esta es la soberbia que se vive en la Iglesia actualmente.

La gente cree si hay una razón, una ley que lo diga, que lo apruebe, que lo testifique.

Y así no se puede hacer Iglesia y no se es Iglesia en ningún sentido.

Es triste ver una Jerarquía repleta de leyes y que obra el pecado sin que nadie le diga nada.

Eso es lo que están haciendo Francisco y los suyos.

Y todos aplaudiendo el pecado de esos imbéciles, porque no saben discernir la Verdad en la Iglesia.

No se elige un Papa porque los Cardenales se reúnan en un Cónclave. Ni se es Papa porque los Cardenales han elegido a un hombre.

Se es Papa porque, antes, murió el Papa que reinaba. Esa es la ley divina en la Iglesia.

Si no se sigue esa ley divina, entonces el engaño en todo.

La ley divina establece a Pedro hasta la muerte. Es una vocación que termina en la muerte. Y no hay condiciones humanas a esta ley divina. No hay limitaciones humanas a esta ley divina. No hay imposiciones de los hombres a esta ley divina.

O se sigue esta ley divina o nos inventamos cada uno el Papado, que es lo que han hecho los Cardenales y Francisco: se han inventado un Papa. Y no tiene otro nombre eso que han hecho.

Ante la renuncia de Benedicto XVI no se da la Sede Vacante porque el Papa no ha muerto. Sigue sentado en la Silla de Pedro. La Sede Vacante se da cuando muere el Papa. Esta es la ley divina en la Iglesia. Seguir otra cosa es inventarse la Sede Vacante.

Dios no quiere a Francisco como Papa. Pero esto no se lo traga ni Francisco ni la Jerarquía que ha elegido a Francisco.

Esto no les entra en sus cabezas soberbias.

Esto nunca lo van a aceptar, porque han actuado según su pecado. Y a ese pecado lo han bautizado como Voluntad de Dios en la Iglesia.

El orgullo es el que guía a la Iglesia actualmente. Un hombre orgulloso que se disfraza de humildad y de caridad simplona con la gente.

Y todos felices siguiendo al mayor hereje de toda la historia de la Iglesia.

Un hombre que no cree en la Santísima Trinidad. Y con eso se dice todo.

Un hombre para el cual Dios Padre sólo es el Creador. Y, por tanto, ha creado a las almas y les ha dado el poder de ser hijos de Dios. Y todas las almas tienen el derecho natural y divino de salvarse y de irse al Cielo sólo porque el Padre las ha creado. No existe la gracia para salvarse ni el mérito para ganar el Cielo, porque no existe el pecado. Sólo existe la creación de Dios.

Esta es su herejía que constantemente predica en cada homilía: los hombres tienen derecho por creación de ir al Cielo. Todos somos buenos.

Francisco destruye el pecado y la Redención de los hombres.

En el pensamiento de Francisco no puede darse esto, porque al crear Dios el Universo todo lo hace bien. Es imposible el mal. Y hay que interpretar el mal de otra manera. Y, por eso, hay que hacer el bien y no más en la vida. Y todos los hombres hacen el bien. Luego, todos al cielo.

Y, para explicar el mal, Francisco tiene que negar el Espíritu.

Si niega esto, entonces ya no existen los ángeles ni los demonios. Ya no existe Jesús como el Verbo que se Encarna para redimir al hombre. Ya no existe el Espíritu Santo, que santifica a las almas.

Tiene que explicar a Jesús como un hombre que enseña cómo encarnar a Dios en uno mismo, cómo hacer el bien desde uno mismo, cómo ser bueno en el interior de cada uno.

Y tiene que explicar que el Espíritu es sólo una fuerza divina, una emanación divina, deificadora, iluminadora, pero no Dios. Que da fuerza al hombre para llegar a ser dios en sí mismo.

Y entonces no puede darse la Obra de la Redención, no puede darse la Obra de la Santificación y no puede darse la Iglesia. Porque el pecado es algo que se da en todos los hombres al no poseer la total perfección. Se gana la perfección en etapas de la vida.

Y, por eso, su predicación favorita es: todo el mundo dentro de la Iglesia, porque la Iglesia es para todos y hay que abrirse al mundo para que todos seamos uno, porque todos somos buenos.

Francisco lo niega todo y nadie se ha apercibido de eso. Nadie. Todos embobados con las payasadas de ese idiota en la Iglesia. Todos. No hay ni uno que desprecie a Francisco. Todos esperan algo de ese payaso.

Y así está la Iglesia. Una Iglesia embobada, aburrida de Dios, planificando cómo bailar con el mundo y con los herejes para así ser feliz en la vida.

¡Da asco cómo está toda la Iglesia!

Juan Pablo II fue el último Papa íntegro, verdadero, que luchó por dar la Verdad a la Iglesia. Y, después de él, Benedicto XVI que renunció a ser Papa. Luego, no cuenta, no sirve, no vale para nada en la Iglesia. No aporta nada a la Iglesia. Sólo la destruye con su pecado.

El Papado se acabó con Juan Pablo II, no con Benedicto XVI. Si este Papa hubiera seguido hasta el final, entonces contaría como Papa, valdría su Papado, la Iglesia sería de otra manera.

Pero este Papa hizo lo que nunca debía hacer: ir en contra de su vocación divina en la Iglesia, que es ser Papa hasta la muerte.

Y eso ha producido la destrucción de toda la Iglesia, porque la Iglesia se funda en Pedro. Si Pedro renuncia, la Iglesia desparece.

Esta verdad nadie la ha meditado, porque es muy fácil acogerse a una ley eclesiástica para decir que como el Papa ha renunciado, la Silla está vacante y entonces a elegir otro Papa.

Los hombres si no se aferran a una ley eclesiásitica se ahogan en un vaso de agua. No saben ser Iglesia y no saben hacer Iglesia.

Esta es la estupidez que la Iglesia ha hecho. Gran estupidez, que sólo sale de la soberbia de los hombres. Los hombres son unos estúpidos por ser soberbios, por regirse por sus leyes y pensamientos humanos en la Iglesia.

Pero los hombres no persiguen la Verdad porque ya se han hecho malos. Ya no quieren la Verdad en la Iglesia.

Y ahora sólo quieren que todos sigan la mentira, que es lo que ha pasado desde la renuncia de Benedicto XVI en que nadie levantó la voz para decir que ese Papa no puede renunciar y que los Cardenales no pueden elegir a otro Papa. Nadie hizo eso en la Iglesia, porque nadie quiso enfrentarse a los herejes Cardenales que eligieron otro Papa.

En la Iglesia o se tiene miedo a la Jerarquía y se calla o se desprecia a la Jerarquía y se la juzga a rabiar. Pero nadie de los que callan y juzgan se ponen en la Verdad de la Iglesia. Nadie. Y ahora a todos esos que ven que Francisco es un hereje, lo siguen dando publicidad porque siguen esperando algo de la Iglesia.

Si ya la Iglesia es un cadáver sin alma, sin vida espiritual, sin norte en el camino. Es una Iglesia que se ha cerrado a la Verdad y que fornica con la mentira de los hombres y del mundo. ¿Qué camino ofrece el mundo a la Iglesia? ¿Qué verdad tiene el mundo que falta en la Iglesia?

Es una Iglesia que sólo se compone de hijos del demonio en su interior porque no quieren quitar sus malditos pecados, y llaman a sus malditos pecados como una bendición de Dios.

Todo se acaba ya en la Iglesia. Todo. Comienza el tiempo en que la Jerarquía Eclesiástica se va a quitar sus caretas y van a presentarse como lo que son: demonios encarnados en la Iglesia.

Y muchos los seguirán, porque son como ellos: demonios encarnados.