Lumen Mariae

Inicio » Multimedia » El pecado de Francisco en la Iglesia

El pecado de Francisco en la Iglesia

Segunda parte: el pecado de Francisco.

Francisco no es Papa, porque obra su pecado en la Iglesia.

Un hombre que ama a Cristo, en la Iglesia, obra como Cristo; es decir, luchando contra el pecado, luchando contra el demonio, que es el artífice del pecado en el hombre, y luchando contra el mundo, que es la obra del pecado.

Un hombre que no ama a Cristo, ama su pecado; no discierne su pecado; no ve su pecado.

Francisco en la Misa del Jueves Santo, a los pocos días de sentarse en la Silla de Pedro, lavó los pies a dos mujeres.

Ésa fue una obra de pecado en la Iglesia. Ése pecado va contra la Palabra de Dios, contra la enseñanza del mismo Cristo, la noche en que Él insituyó la Eucaristía.

Cristo enseñó a lavar los pies a los hombres. Y sólo a los hombres, porque la Eucaristía, el Sacerdocio es sólo para los hombres. Las mujeres no tienen nada que hacer en la Eucaristía.

Esta obra de pecado es un claro signo de lo que es Francisco: no es el verdadero Papa.

Un verdadero Papa imita a Cristo en la Misa más importante de todas, que es cuando el Señor da Su Amor a la Iglesia, y descubre a Sus Apóstoles, su misión en la Iglesia: ser sacerdotes como Él es Sacerdote. Lo imita en las cosas más humildes y menos importantes, como es el lavatorio de los pies.

Si Francisco no obra lo pequeño de la Eucaristía, entonces, lo más grande, que es poner a Cristo en el Altar, tampoco lo hace. Las mujeres no han sido llamadas a esta vocación y, por tanto, no entran en el rito del lavatorio de los pies. Esta es la fe de la Iglesia. Y no hay otra fe.

Francisco hizo ese Jueves Santo lo que hacía en su Parroquia: lavar los pies a las mujeres.Él lo ve normal. Esa es su fe: una fe inventada con su pensamiento humano, pero que no es la Fe de un verdadero Papa en la Iglesia. Es la fe humana de un hombre sin vida espiritual en la Iglesia.

Al mes de ocupar la Silla de Pedro, Francisco decide formar un consejo para gobernar la Iglesia. Consejo que entró en funciones en el mes de Octubre.
Ésta es otra obra de pecado. Y no sólo va contra la Palabra de Dios, sino contra la misma Iglesia.

Cristo ha puesto un Vértice en Su Iglesia. Y ese Vértice nadie lo puede tocar. Cristo gobierna Su Iglesia en ese Vértice, a través de Su Vicario en la Tierra, que es el Papa.

Y el Papa gobierna sin nadie, sin ayuda de nadie, porque el gobierno, en la Iglesia, sólo tiene un fin divino, espiritual, celestial.

Y para alcanzar ese objetivo, sólo es necesario la fe de Pedro en Cristo, la fe de Pedro en la Obra de Cristo, que es Su Iglesia. No son necesarios los consejos de los hombres en la Iglesia, porque no hay un fin humano dentro de la Iglesia.

Esta obra de pecado es un signo claro de la destrucción del Papado.

La Iglesia la destruye una Cabeza que no cree ni en Cristo ni en la Iglesia.

Francisco se ha subido al podio para luchar en contra de Cristo y de todas las almas que siguen a Cristo en la Iglesia.

Y Francisco lucha con las armas de la mentira, del engaño, del error, de su falso amor al hombre.

¿Quién gobierna la Iglesia?

Unas cuantas cabezas que no creen ni en Cristo ni en la Iglesia. Cabezas de herejías, que niegan públicamente los dogmas en la Iglesia, el Magistero auténtico de la Iglesia.

Sacerdotes, Obispos, Cardenales que ya no guardan el depósito de la fe en la Iglesia.

¿Y gente sin moral va a tener luz para gobernar la Iglesia hacia la ley divina, hacia la ley natural, hacia la Voluntad de Dios, que siempre exige una norma de moralidad, unos mandamientos que el hombre tiene que cumplir para poder salvarse?

No; ese gobierno de herejes está puesto para destruir la Iglesia. Tienen el poder humano para hacerlo.

La Iglesia la gobierna uno solo:Cristo con Su Vicario. Éste es el orden divino en el gobierno de la Iglesia.

Un vértice, una pirámide, una jerarquía. Todos bajo Pedro en un gobierno vertical. Todos obedeciendo a Cristo en Pedro. Todos sometiéndose a Pedro, que habla las palabras de Cristo en la Iglesia, porque está sólo en el Vértice, gobernando la Iglesia como el Señor quiere.

Francisco ha puesto lo siguiente: todos bajo un hombre en un gobierno horizontal.

Ya no bajo Pedro, porque el mismo Francisco quiere cambiar el Papado.

Que Pedro sea sólo una figura humana en la Iglesia, pero no el representante de Cristo. Que no tenga el Espíritu de Pedro. Un hombre más que firma documentos y que aprueba lo que otros deciden. Eso es su consejo económico, que ya tiene autoridad independientemente del Papado, de la Jerarquía.

Así, de esta manera, Francisco ha iniciado el derrumbe de cualquier verdad en la Iglesia. Lo ha iniciado con la cabeza, quitando a la cabeza su orden divino, su derecho divino, su jerarquía divina, que el Señor ha puesto en Su Iglesia.

Y estos dos pecados, tan claros para aquellas almas despiertas en la vida espiritual, es por una cosa.Francisco ha anulado el pecado como ofensa a Dios. Y el pecado es sólo un conjunto de males, de errores, que hay que solucionar por caminos humanos, ya no con la oración ni con la penitencia.

Y por eso, Francisco se ha hecho amigo de los pecadores, y los trata como amigos, no como lo que son: pecadores; y que hay que trazarles un camino espiritual para que vean su pecado, y quiten su pecado.

Francisco ya no juzga al pecador, sino que respeta su pecado, su vida de pecado, su ley para pecar, su norma para vivir su pecado.Francisco sólo ve el pecado como una herida social, no como una herida al Corazón de Jesús. Y por tanto, Francisco anula el pecado con ese concepto, que viene de su mente humana, al poner en ella el concepto del bien y del mal.Para Francisco, no existe la verdad absoluta, y por tanto, no puede existir el pecado.

El pecado es algo absoluto: una ofensa a Dios.

Para Francisco, el pecado es algo relativo; algo que está en relación con la vida social del hombre, con su vida económica, con su vida cultural, con su vida política; pero nunca es una norma de moralidad; no es una ética; no es algo que nazca de una ley divina;
sino que es algo que se produce porque el hombre vive entre hombres; el hombre choca con los hombres; los hombres, al no tener un mismo pensamiento, entonces caen en errores en sus vidas, que afectan a otros. Y eso es sólo el pecado. Y por tanto, hay que descubrir una manera para que cada hombre pueda vivir su vida, sin que los demás lo critiquen o lo juzguen,porque no comprenden lo que hay en su conciencia.

Francisco llama al pecado sólo una cuestión de la conciencia de cada uno.

Francisco, en sus declaraciones al Director de La Civiltá Cattolica, dice:

«El pecado, aún para los que no tienen fe, existe cuando se va contra la conciencia”.

El pecado es una ofensa a Dios; existe porque se ofende a Dios.

El pecado no existe porque se va contra la conciencia, sino porque se va contra la Voluntad de Dios.

La conciencia sólo manifiesta al alma que ha hecho una obra en contra del querer divino.

Para Francisco, la conciencia es sólo una cuestión intelectual, de la memoria del hombre, de sus razones.

Y por eso, todo hombre que va en contra de sus razones, de sus ideas, peca, en el pensamiento de Francisco.

Ya la conciencia no es el sagrario donde Dios habla a todo hombre cuando comete un pecado; sino que es la caja del pensamiento humano, donde el hombre guarda sus tesoros de ideas humanas, sus reliquias de sus filosofías.

Y cuando la conciencia se ve sólo como algo intelectual, entonces el hombre pierde el sentido del pecado, del error, de la maldad.

Por eso, en sus declaraciones a scalfarri, dice:

«Cada uno de nosotros tiene una visión del Bien y del Mal.Nosotros debemos animar a dirigirse a lo que uno piensa que es el Bien.Cada uno debe elegir seguir el Bien y combatir el Mal como él lo concibe».

Lo que cada hombre concibe en su mente: a eso hay que llamarlo bien y mal.

Hay que animar a lo que cada hombre piensa que es el Bien.

Ya no hay que animar a que cada hombre cumpla la ley divina y la ley natural, que tienen escritas en sus corazones.

No; sólo el hombre tiene que ver lo que su mente escribe; sólo tiene que pensar la vida con su mente; sólo tiene que crear en la vida el bien; y crear el mal; y combatir aquel mal que sólo su mente comprende como mal.

Francisco ha anulado totalmente el pecado. Ya la verdad es una relación, no es algo absoluto. Está referida sólo a la mente de cada hombre, a lo que cada hombre entiende en su intelecto.

Ya la Verdad no es Cristo, no la posee la Mente de Cristo; ya la Verdad no es una sabiduría que venga del Cielo; sino una sabiduría que el hombre puede adquirir con su esfuerzo mental.

Por eso, Francisco no puede juzgar al pecador y a su pecado, sino que tiene que dialogar con los hombres, para preocuparse de lo que hay en sus mentes, y así entenderles, y procurarles un camino humano en sus vidas humanas.

Por eso, Francisco hace de la confesión una charla para ver los problemas de la persona; no para hacer un juicio sobre la persona y su pecado.

Para Francisco lo que importa es sanar las heridas humanas de la persona, no sus heridas espirituales, no sus pecados.

Y por eso, él decía a los Obispos, el 19 de septiembre, del 2013:

“El Evangelio dice: es pecado de adulterio. ¿Existe el adulterio espiritual?. No lo se, pensadlo vosotros.”

No interesa el problema espiritual de la persona, sino sólo la relación que esa persona tiene con los demás, por el mal que se ha cometido o que ella ha obrado.El que fornica produce una serie de males sociales, que eso es lo que interesa solucionar, tanto en la vida de esa persona, como en la de otros. Ya la fornicación no es un pecado espiritual.

Francisco sólo quiere hablar con la persona, y ver su problema desde un punto de vista humano, psicológico, psiquiátrico, médico, natural, carnal. Pero nunca espiritual.Y este es el sentido de su evangelio de la fraternidad y de su cultura del encuentro; hay que dar calor humano a las personas, hay que ofrecerles una palabra bonita, tolerante, humana, que no les haga sufrir más, porque ya tienen en sus vidas muchos sufrimientos, que trae toda vida en la tierra.

Francisco quiere hacerse amigo del pecador y de su pecado, del homosexual, del ateo, de todo el mundo, dejándolos a todos en sus pecados, como si sus pecados no fueran nada, como si sus pecados no fueran lo más importante en su vida.Lo que importa son los problemas humanos, pero no la salvación del alma, no su santificación.

El pecado es una herida en el alma, en el corazón de la persona, en la mente de la persona y en su voluntad.

Francisco quiere que todos los confesores den calor humano a una persona que peque, y no se le enseñe su pecado, y no se le juzgue su pecado.

Por eso, él dice:

“No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto».

Francisco no cree en el pecado. Es sólo una cuestión de contexto, de lenguaje humano, de palabras humanas. Francisco quiere mostrar al pecador, ya sea su pecado el que sea, un camino nuevo en la Iglesia. Un camino humano, de sentimientos humanos, de afectos humanos. Hay que ayudar al pecador, no con su pecado, sino con su vida humana.Hay que resolverle al pecador sus problemas humanos, su vida humana, pero dejarle en su pecado.

“En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos ‘heridos sociales’, porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso. Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla.“

Si Francisco no juzga al homosexual, entonces abraza el pecado del homosexual y vive como él vive: en su pecado.Francisco tiene obligación de juzgar al hombre pecador si quiere salvar su alma.

Cuando no la juzga, entonces pone un camino de perdición para ese alma.

Un hombre, que gobierna la Iglesia, sin juzgar el pecado de cada alma en la Iglesia, hace de ésta un camino para la condenación, para el infierno.

Las heridas sociales de los hombres son por sus pecados. Si no se enseña al homosexual a ver su vida en su pecado, entonces esa persona va corriendo hacia el infierno, sólo con la idea en su cabeza de que sus problemas en la vida son más importantes que lo que Dios ha hecho por él.

Dios ha creado al homosexual como un hombre; el demonio ha puesto en ese hombre su espíritu de abominación, para que ese hombre tienda hacia lo que no es; hacia lo que Dios no ha puesto en él. Y si esto no se enseña al homosexual; si no se le indica el camino espiritual de su vida de pecado, entonces Francisco condena a los homosexuales. Y los condena con un abrazo, con una sonrisa, con un pensamiento erróneo sobre el pecado.

Francisco es un hombre que busca llamar la atención de los demás hombres. Un hombre que vive para las redes sociales, pero que no vive para el Espíritu de la Verdad.

Un hombre, que atrae con su palabra engañosa, a las almas que quieren escuchar sólo, que la vida es para lo humano, para crecer en lo humano, para tener éxito en lo humano.

Un hombre que se presenta con una humildad falsa, para engañar a todos, y para hacer creer que en él, está el Espíritu de la Verdad.

Un hombre que es visto como un innovador de la fe, dinámico en lo humano, que es como una bocanada de aire fresco, como una primavera para la Iglesia, y que sólo está ahí para destruir la Iglesia.

Un hombre que no sabe lo que es la vida espiritual, y que no sabe seguir al Espíritu de la Verdad, porque sólo sabe seguir su pensamiento humano.

Un sacerdote que no juzga ni al pecador ni a su pecado está diciendo que no existe el pecado.

La verdad, para Francisco, es lo que encuentra con su pensamiento. No lo que está en el Pensamiento de Dios. No puede escuchar la Voz de Dios en su corazón, porque está cerrado en su pensamiento. Vive la vida dando vueltas a su pensamiento. Y sólo escucha la voz de su pensamiento.

Un Pastor que habla la mentira a su Pueblo no es Pastor de las Ovejas. Es un lobo vestido de maldad, revestido de inocencia, y amador de los placeres de la vida.

¿Cómo un verdadero Papa puede decir: “La Iglesia no se derrumba… al contrario, me atrevo a decir que nunca ha estado tan bien y atraviesa un momento muy hermoso”?

¿No ve Francisco la realidad de la Iglesia? Tantos sacerdotes que no tienen vida espiritual, y que ya no son Pastores de las almas, no las llevan a los alimentos del Cielo, sino que las hacen pastar en los sitios de los hombres, en las aguas de los pensamientos humanos, en las delicias de los placeres de la vida.

Tantos Obispos. que están es sus cargos. para ser amigos de los poderosos en el mundo, y así atraer a la Iglesia el poder de los hombres, y hacer que la Iglesia sea sólo un negocio humano, en donde el poder y el dinero lo es todo.

¿No ve Francisco cómo están los fieles en la Iglesia, que nadan en el pecado, que viven en su pecado, que no luchan por quitar su pecado, que llaman al pecado un bien, una virtud, un valor en la vida, una vida?

No; no puede ver esa realidad, porque no ve su maldito pecado; el que tiene en su alma, en su corazón y en su espíritu.

Sólo se necesita una cosa para discernir a un hombre: su pecado.

Mirar cómo peca Francisco es darse cuenta de la altura o de la bajura de su fe.

Francisco no tiene ni fe en Cristo ni fe en la Iglesia; porque sólo tiene fe en su pensamiento humano. Y ése es su pecado.