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La negación de la Verdad en la iglesia de Francisco

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Jesús es la Verdad.

Por tanto, la verdad no está en las palabras que se dicen, ni en los discursos que se presentan, ni en los argumentos que quieren explicar el Evangelio, ni en las teologías que quieren defender la verdad, ni en las obras que se hacen en la Iglesia, ni en ningún hombre de la Iglesia ni del mundo.

Para dar la Verdad, para enseñar la Verdad, para obrar la Verdad, hay que ser otro Jesús.

Y, para ser otro Jesús, es necesario tener Su Espíritu, el Espíritu de Cristo. Y tenerlo significa seguirlo en cualquier cosa que se haga en la Iglesia.

El problema de la nueva iglesia de Francisco es que niega la Verdad, porque ninguno sigue al Espíritu de Cristo.

Todos hablan de Jesús, todos dicen que creen en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, todos dicen cosas hermosas sobre la Iglesia, todos celebran la Misa, todos ocupan puestos para servir a la Iglesia, pero ninguno sigue al Espíritu de Cristo.

Esa nueva iglesia inventada por Francisco está fundamentada sólo en el pensamiento de Francisco, no en Jesús.

Y muchos tienen miedo de mostrar deslealtad a la Iglesia, incluso cuando ven que Francisco altera las enseñanzas de Cristo, porque tienen miedo al pensamiento de Francisco.

No ven la Verdad, se quedan en las palabras de Francisco y sólo saben decir: es el Papa.

Y quieren pedir consejo sobre esas palabras de Francisco y leen lo que el Prefecto para la Doctrina de la Fe, Gerhard L. Müller, dice sobre esas declaraciones de Francisco, y siguen sin ver la Verdad.

Müller dice: «El Papa ha hecho un dialogo con el editor de la Reppublica, Scalfari. No tiene ningún miedo de dialogar, porque nuestra fe viene del «logos», de la Palabra de Dios, que es también el intelecto de Dios. Y tenemos una religión que vincula el diálogo y la fe. Y por eso la Iglesia, no sólo el Papa, también los teólogos, son los primeros interlocutores de este diálogo entre los no creyentes y los creyentes.»

Esta frase es una frase bien construida, con un pensamiento lógico, con una doctrina que parece verdadera, que convence a cualquiera que la lee y, sin embargo, es una herejía.

«El Papa ha hecho un dialogo»: Se comienza mintiendo. Francisco no ha dialogado, sino que ha usado un instrumento comunista para enseñar su mentira, su idea de cómo tiene que ser la Iglesia. Francisco da su pensamiento al editor sobre un asunto de vital importancia para la vida de toda la Iglesia. Y eso no es dialogar. Porque dialogar es hablar de cosas sin importancia. Enseñar el pensamiento es adoctrinar, no dialogar. Francisco ha adoctrino en esas declaraciones, ha dado una doctrina, ha enseñado una doctrina. No ha dialogado.

Muller comienza dando una falsedad. Luego todo su discurso se centra en esta falsedad. Como Francisco dialoga, no tiene miedo de hablar con los ateos. Y dice otra herejía: «porque nuestra fe viene del logos».

El logos es el Verbo de Dios, es decir, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Es la Palabra del Pensamiento del Padre. Y nuestra Fe no viene de la Palabra, sino de la aceptación de la Palabra. Venir y aceptar son dos cosas diferentes. Si se dice que la Fe viene de la Palabra, se está diciendo que todos los hombres tienen Fe porque leen el Evangelio de Jesús. Al leerlo surge la Fe. La Fe viene al tener un libro que habla sobre el Evangelio. La Fe viene al tener una teología que habla sobre el Evangelio. La Fe viene en cualquier documento en que se recoja el Evangelio de Jesús. La Fe viene por el solo hecho de celebrar una Misa o de rezar a Dios una oración. Esta es la fe para Muller. Esta es la fe en la nueva iglesia de Francisco. Y esta no es la Fe de la Iglesia.

«La Fe viene de la audición; y la audición, por la Palabra de Cristo»(Rom 10, 17). Hay que escuchar la Palabra para tener fe. No hay que leerla, no hay que ver signos externos, obras externas humanas, no hay que entender la Palabra para tener fe. Son dos cosas distintas lo que dice Muller y lo que dice San Pablo. Escuchar la Palabra es aceptarla. Muchos escuchan la Palabra, pero no la aceptan, porque buscan la interpretación de la Palabra. Y entonces la Fe que tienen viene de esa interpretación, no de la escucha de la Palabra.

Después de esto, Muller añade otra herejía: «que es también el intelecto de Dios». El logos, la Palabra, no es el intelecto de Dios, no es el pensamiento de Dios. El logos, la Palabra, es el Pensamiento del Padre. Muller, como teólogo olvida la diferencia entre Dios y las Tres Personas de la Santísima Trinidad. Dios no tiene intelecto. El Padre es el que tiene intelecto. Error mayúsculo que viene de una de las cabezas más importantes que tiene la nueva iglesia de Francisco. Si así piensa esa cabeza sobre Dios, entonces las barbaridades que dice sobre la Iglesia y sobre Jesús daría para escribir un libro en contra de Muller.

Después Muller finaliza su brillante discurso con otra herejía:«Y tenemos una religión que vincula el diálogo y la fe». La religión no está para unir la Fe y lo Profano. Muller está proclamando la unión de la Iglesia con los paganos, aceptando sus obras, sus filosofías, sus estilos de vida, sus cultos. Es lo que muestra Francisco en esas declaraciones: se une a un ateo para dialogar con él y enseñarle su doctrina y unirse a ese ateo con su doctrina.

La religión no vincula las cosas de la fe con el hablar de las cosas del mundo. Toda religión enseña su verdad al que no es de la religión. Toda iglesia hace eso, se llame como se llame y crea en lo que crea. La religión enseña algo, no dialoga, no hace una unión con los que no creen, con los que siguen otra religión. Con los que no creen se dialoga de muchas cosas, pero no de la fe. Cuando se quiere hablar de la fe con el que no cree, esa conversación ya no es un diálogo, sino una enseñanza de la fe o una apología de la fe o una defensa de la fe, pero nunca un diálogo, y menos vincular y unir la fe con el mundo.

Después Muller dice cada cosa en esa entrevista que da pena ver a un sacerdote que no tiene ninguna fe en la Iglesia y que está en la iglesia de Francisco para someterse a su pensamiento humano, para adular el pensamiento de Francisco.

En la iglesia nueva de Francisco se niega la Verdad. Y muchos tienen miedo de ser desleales a Francisco, a la Iglesia, aunque vean sus errores, aunque comprendan sus herejías, porque no ven la Verdad, sino que quieren interpretar la Verdad con su pensamiento, que es lo que se hace en la iglesia nueva de Francisco, y es lo que hace Francisco y todo su gobierno horizontal.

Ningún hombre, ningún sacerdote, ningún obispo, ni cardenal, ningún Papa tiene la autoridad para re-escribir la Palabra de Dios. Cuando se hace esto, se apartan automáticamente de la Ley de Dios y comienzan a poner sus leyes eclesiásticas, sus leyes humanas. Comienzan a interpretarlo todo según su razón. Y es la diosa razón lo que gobierna la nueva iglesia. No es el Pensamiento del Padre, no es la Palabra del Hijo, no es el Amor del Espíritu. Es lo que ese bastardo piensa sobre Dios, sobre la Iglesia, sobre los santos, sobre los dogmas, sobre el pecado, sobre el demonio, sobre el infierno, sobre los paganos, etc.

Es lo que tiene en su cabeza. Por eso, niega toda la verdad en su iglesia nueva. Hace su verdad, hace su teología, hace su evangelio, hace sus normas espirituales. Todo lo ve con su razón humana.

Y el problema es que los demás no ven la Verdad y lo siguen también. Los demás quieren comprender a Francisco. Y este es el error: cuando un sacerdote va en contra de la verdad, no hay que comprenderlo, no hay que entender por qué hace eso. Hay que apartarse de él, porque si no se hace eso, el alma se aparta de la verdad. Hay que seguir siempre a la Verdad, nunca a un hombre.

Ver la Verdad es seguir al Espíritu de Cristo. No es hablar de Cristo, no es ir a Misa o celebrar Misa, no es predicar de Cristo, no es enseñar de Cristo, no es liberar demonios, no es sanar cuerpo, no es hacer milagros.

Seguir a Cristo es ser otro Cristo. Es dejarse enseñar por el Espíritu de Cristo para ser Cristo. Ser otro Cristo no se aprende en los libros, en la Teología; no se es Cristo porque se celebre Misa, sino porque el alma se deja guiar en todo por el Espíritu de Cristo. Y cuando hace eso no obra como Francisco, no habla como Francisco, no enseña como Francisco.

Sólo la Iglesia de Dios que permanece fiel a la doctrina de Jesús, a Su Evangelio, sin interpretarlo de ninguna forma, es Infalible, tiene toda la Verdad, nunca se equivoca.

Benedicto XVI se apartó del Evangelio, cayó en su pecado. Francisco se apartó del Evangelio, cayó en su pecado. Los sacerdotes que se apartan de la Verdad, que es Jesús, se declaran en contra de la Verdad y obran sus verdades en la Iglesia, produciendo un caos en toda la Iglesia.

Jesús es la Verdad. Los sacerdotes, los Obispos son los siervos de la Verdad, no los que tienen el poder para hacer de la Verdad lo que quieren. Sin la humildad, los consagrados se pierden en el orgullo de su poder.